7/25/2006

La calle de enfrente.







Me encanta la terraza que tengo en mi casa, aunque no la uso tanto como me gustaría. Quizás es por el clima, en verano hace mucha calor y en invierno, hay muchos días en los que el cierzo me impide disfrutar de ella. Pero por las noches, por las noches es distinto. En cuanto el tiempo lo permite, solemos cenar en ella, ahí, al aire libre, como si tuviéramos un apartamento en la playa. Las aceras son muy amplias y los árboles que hay en ellas son lo suficiéntemente altos como para que tengamos cierta intimidad. La calle también es lo suficiéntemente ancha como para que los edificios del otro lado de la calle no me intimiden y tengo la suerte de que enfrente de mi terraza haya una calle peatonal muy amplia entre dos edificios, que tiene a lo largo, en el centro, una zona muy amplia de césped con unos árboles muy altos y frondosos, son tan altos que sobrepasan al edificio de cuatro pisos que hay en esa calle.
Por la noche, de madrugada, un poco antes de irme a la cama, me gusta sentarme en las sillas de mi terraza, con la luz apagada,mirando hacia esa calle iluminada y vacía de gente ( a esas horas, solo las personas que viven en ese edificio u otras que salen a pasear a sus perros, caminan por allí), levanto mis piernas y las pongo sobre la barandilla y así, arropada por la tranquilidad que suele haber en mi propia calle, sin ruidos del tráfico, paso largos ratos pensando y según qué noches, dependiendo de mi estado de ánimo, la calle de enfrente hace que salgan mis emociones y recuerdos.
La misma calle, de día, tiene otro sentido.

7/19/2006

Tormenta

Hace una hora que ha empezado una tormenta espectacular en Zaragoza.Todavía sigue lloviendo aunque ha bajado en intensidad. El cielo sigue oscuro y cargado de agua. No sé por cuánto tiempo.
Con la sequía que está sufriendo Aragón, supongo que el campo estará agradecido por toda el agua que está cayendo pero a mí me ha trastocado los planes. Todo lo que tenía que hacer, tenía que ser hecho fuera de casa. Tenía que buscar unas maderas para forrar una pared y también quería haber ido a oir una conferencia, pero al final, nada de nada. Me he tenido que quedar en casa. Si cuando caen unas gotas de lluvia, el tema del tráfico en la ciudad se complica, no me quiero ni imaginar cómo estará con este "diluvio".
En vista de que no podía salir he decidido conectarme a la red. Era eso o ponerme a estudiar el papel que tengo que hacer en una obra de teatro, pero esta vez me apetecía escribir y enviar algún e-mail a mi prima que vive en Oklahoma y que desde hace dos días está con su marido en Las Vegas de vacaciones. Me ha costado mucho conectarme, el ordenador se me ha rebelado, debe de estar como el tiempo. He tardado un buen rato y los nervios los tenía a flor de piel pero al final lo he conseguido.
Lo que también me estaba poniendo nerviosa era ver que la tormenta había empezado a la misma hora que mi hijo salía de un cursillo que está haciendo bastante lejos de casa, va sin paragüas y sin móvil y hace rato que tendría que estar de vuelta en casa. Una de sus abuelas ya ha llamado dos veces para saber si ya ha llegado.
Ahora, una hora después de que empezara, ha dejado de llover. El cielo vuelve a clarear, incluso yo diría que el sol está queriendo salir (ójala lo consiga), la temperatura es más agradable, ha refrescado, se respira mejor y hay un profundo e intenso olor a hierba mojada que está haciendo que un montón de sensaciones algo melancólicas pero agradables a la vez, fluyan desde lo más profundo de mi ser, trayéndome recuerdos que podrían hacer que acabara llorando, así es que ......aquí lo dejo.................y mis primos en Las Vegas.

7/04/2006

Ibiza


Hoy estreno mi blog y lo hago comentando un viaje a Ibiza que hice hace tan solo dos semanas. Era un viaje que de alguna manera teníamos previsto realizar desde hacía más de un año, pero al cual yo me negaba sistemáticamente por mi miedo a volar. Por supuesto, lo de ir en barco quedaba totalmente descartado.
Al final me decidí y cogimos el avión rumbo a la isla (no puedo dejar que mis miedos me impidan hacer cosas). Ya a bordo, el comandante nos anunció que la duración del vuelo sería de 30 minutos. Me pareció poco ¿no? De todas formas, las dos horas que hay que estar con antelación en el aeropuerto se me hacen larguísimas ya que los nervios me impiden concentrarme en la lectura.
En Ibiza nos esperaba una pareja de amigos que viven allí y en cuya casa íbamos a pasar los cuatro días de vacaciones. Alquilaron un coche para nosotros, para que pudiéramos recorrer las distintas calas de la isla. La verdad es que lo usamos bastante, la isla es más pequeña de lo que me imaginaba y nos dió tiempo a visitar muchas de ellas. La ciudad me gustó, me gustó su arquitectura típica, sus casas blancas hechas de bloques, que las familias iban añadiendo conforme la familia iba aumentando. Los demás edificios de la ciudad no tenían nada de particular pero lo que me gustó es que ninguno de ellos era alto, nada que ver con el espectáculo de hormigón que podemos ver en el litoral de la península. Las distintas playas que vimos me gustaron ya que estaban muy limpias y eran muy tranquilas. Me han dicho que es en Julio y Agosto cuando se llenan de veraneantes "normales" y de veraneantes "famosos". Nosotros pudimos ver al televisivo Pocholo sentado con unos amigos en la terraza de un bar cerca del puerto.
Los días pasaron muy rápidamente, nuestros amigos fueron muy buenos anfitriones, compartimos con ellos su preciosa casa ibicenca de 300 m. situada en el monte y la relación fué muy agradable.
Ahora, cuando ya hemos vuelto a la normalidad, los recuerdos de esos días refrescan el sofocante calor zaragozano.