3/21/2008

Tengo una noche en mi memoria.

Me acuerdo de una noche distinta a otras. Una noche que no había planeado que fuese así pero, que como casi siempre ocurre cuando no lo tienes planeado, resultó bién.
No era la noche de S. Juan, no. No era 24 de junio, pero esa noche transcurrió alrededor de una hoguera, delante de una enorme y auténtica tienda india llamada Tipi (me pregunto quién pondría este nombre a este tipo de tiendas. Seguro que no fué un indio). Bueno, el caso es que esta Tipi, tenía un diámetro tan grande que tenía su propia hoguera en el interior. Por supuesto, estaba abierta por arriba para que saliera el humo. Todo estaba preparado para cenar dentro de la tienda, pero la temperatura de la noche era tan buena, a pesar de estar en febrero, que alguien sugirió que cenásemos en el exterior, allí, en medio del campo. El cielo, oscuro, como corresponde a las nueve de la noche, estaba lo suficientemente limpio como para disfrutar del espectáculo de las estrellas. La Luna -mi amiga- apareció por el horizonte. Tan baja, tan baja y tan redonda, que al principio la confundí con una farola de la ciudad. La confusión no fué producto de la bebida ¿eh?. Entre tú y yo.........soy un poco miope.
A medida que avanzaba la noche, la luna lo hacía también hasta situarse sobre nuestras cabezas. Al verla allá arriba fué cuando pensé: " Mucha altura para una farola"
Nos sentamos en círculo alrededor de la hoguera y compartimos los pimientos, patatas y carçolts que se estaban asando sobre sus brasas. El toque carnívoro lo pusieron unos chorizos y longanizas. Todo ello acompañado de trozos de pan y de salsa romescu. Todo buenísimo. Para regar todo eso, había unas botellas de buén vino y otro, envasado en una especie de bota, hecha de material de papel de aluminio que se supone era para conservar el sabor de un vino, que no estoy muy segura que mereciera la pena ser conservado. No voy a decir nada, yo no lo probé.
No sé si fué el influjo de la luna, el vino o los porros, lo que hizo que la cena estuviese animada y las conversaciones fueran divertidas. Alguien -hombre, por supuesto-preguntó si sabíamos cómo se decía suegra en griego y al no obtener respuesta, él mismo respondió: "estorba". Y yo, que necesito muy poco para que salte enseguida mi lado feminista, le dije : Supongo que suegro se dirá :"estorbo"
El círculo que hicimos alrededor de la hoguera era amplio, pero a medida que la noche avanzaba y el frío se dejaba notar, nos íbamos acercando al calor del fuego y el círculo se estrechó. Yo personalmente me acerqué tanto, que sin darme cuenta terminé poniendo los pies sobre las brasas o rescoldos de la hoguera. Pensaba que tan solo era ceniza pero oye, que me dí cuenta que quemaban y tuve que apartar los pies corriendo. Verás, es que era la primera vez que estaba alrededor de una hoguera y no conocía el tema. Siempre he cocinado con gas. Pero claro, no es lo mismo sentarse alrededor de una cocina de gas y asar en ella los alimentos. No, no es lo mismo.
Mirando la hoguera alguien dijo: "El fuego hace hogar". Era solo una frase pero la verdad es que yo allí, me sentí como en casa.