6/26/2008

Historia real.

Tengo una amiga que hace un año, estando en su casa, se subió a una silla que estaba mal colocada y se cayó. Se hizo una brecha de tal calibre, que al posar su mano sobre ella, pudo meter los dedos dentro. De allí salía una cantidad más que considerable de sangre y aunque le costó aceptarlo, se dió cuenta de la gravedad de la herida y llamó a su marido que dormitaba profundamente en el sofá. Él se asustó al ver tanta sangre por el suelo. Todavía no sabía bién lo que había pasado y más nervioso que ella, le apremiaba para ir al hospital. Pero mi amiga solo tenía una cosa en la cabeza (bueno, una cosa y una tremenda herida) solo le preocupaba ir limpia al hospital. Ya sabeis aquello que solían decir las abuelas; " Hay que salir siempre de casa con la ropa interior limpia por si te pasa algo por la calle". Bueno, pues mi amiga, en lugar de salir pitando para el hospital, lo que hizo fué enroscarse una sábana en la cabeza en un intento de parar la hemorragia, pero ésta, era imposible de parar. Obstinada en su limpieza, se enroscó una segunda sábana. De haber sido de color azul, hubiera parecido la cabeza de Marge (la esposa de Homer Simpson).
Con semejante turbante se dirigió al bidé para dejar sus partes íntimas bién escoscadas (y eso que el golpe lo llevaba en la cabeza) Después, igual que Jesucristo lavó los pies a sus apóstoles, ella convenció a su marido para que le lavara los suyos y solo entonces, se sintió lo suficiéntemente limpia para ser examinada por un médico. Entrada en quirófano, casi 20 puntos de sutura y dos semanas en el hospital.
Esta historia, que es real, viene a cuento porque en más de una ocasión, cuando me reuno con estas amigas entre las que se encuentra la de la caida y en la conversación aparece el tema de la limpieza, se mofan de mí porque saben que tener limpio y ordenado el lugar donde yo vivo, es muy importante para mí. Aunque creo que no lo llevo al extremo de obsesionarme, me gusta saber dónde está cada cosa.
Frases como: "Oye, cuando acabes en tu casa, continuas con la mía" o " ¿Por qué no te subes y me limpias los cristales? son las que salen de sus bocas. Ja,ja,ja.
Sé que pierdo muchas horas de mi vida limpiando la casa pero, al menos yo, no estoy a punto de perder mi vida en una hora, como sí estuvo mí amiga.

6/09/2008

Barcelona ¿ciudad de compras?



Luis y yo pasamos el sábado en Barcelona. Cogimos el AVE a las ocho menos cuarto de la mañana (no veas qué madrugón) y un poco antes de las nueve y media ya estábamos allí y con toooodo el día por delante pues el tren de vuelta no salía hasta las nueve de la noche.Lo primero que hicimos al llegar fué desayunar, que todo se vé mejor con el estómago lleno. Con el café me pedí algo con chocolate, aunque no se podía comparar con la napolitana que todos los martes desde hace más de diez años, comparto con un par de amigas en un desayuno en el que el inglés, es nuestro idioma de comunicación, pero es que es difícil encontrar otra napolitana igual de sabrosa. Bueno, después de "recargar las pilas" empezamos a caminar y caminar y caminar. Vimos exposiciones y volvimos a caminar y caminar hasta encontrar un sitio que nos gustara a los dos para comer. Tres cuartos de hora para degustar el menú y vuelta a caminar hasta encontrar una terraza para tomar un café (10 minutos, 15 a lo sumo) y de nuevo a caminar. Íbamos en busca del arca perdida-- es broma--- en realidad íbamos, bueno, iba yo, en busca de algo interesante que comprarme. Solo quería algo de ropa,un bolso, un colgante, no sé, algo. Recorrimos el barrio gótico, creo que varias veces ya que repetimos calles y busqué tiendas por la zona del Borne,caminamos hacia arriba y hacia abajo. Miraba los escaparates una y otra vez sin perder detalle, con la esperanza de encontrar algo que llevarme a Zgza. y así hasta las 8 de la tarde (con alguna pequeña parada de diez minutos para tomar un té, bueno, y para hacer pipí). A esa hora y en metro, fuimos a la estación a coger el tren, de vuelta a Zgza. A las 10.30 ya estábamos en casa. La verdad es que cuando cogimos el tren, tanto Luis como yo estábamos totalmente agotados. No había caminado tanto en mi vida. Luis me dijo que no pensaba que yo fuera a aguantar tanto, (yo tampoco). Por la noche cogí la cama como nunca lo había hecho. He dormido ocho horas pero he dormido bién y ya estoy como nueva.
Por supuesto, no me compré nada. No sé por qué razón, nunca encuentro nada, pero tampoco volví de vacío. Paseé por calles que me gustan y disfruté viéndo las tiendas cuyo diseño, siempre he admirado. El día, sin duda, fué muy agradable.

6/03/2008

Endocrino.

Me encuentro en la consulta del endocrino, esperando ser atendida por el doctor. No, no estoy aquí porque quiera adelgazar. Lo quiero aclarar porque, hay gente tan "simpática" que cuando te ve, te saluda diciéndo: ¿Has engordado? Pues no, no he engordado. Estoy aquí por un problema de tiroides.
Estoy sola en la sala de espera haciéndo lo que su nombre indica......esperar. Oigo voces en la habitación contigua. El doctor está con otr@ paciente. La conversación parece animada y me hace temer que la espera será larga.
Para hacerla más entretenida, fijo la vista en la decoración de la sala. Me doy cuenta de que es bastante clásica y triste, motivada por la escasa iluminación que proviene sólo de una lámpara de mesa cuya bombilla es muy floja.
Todo el mobiliario se limita a un sofá de dos plazas de diseño antiguo (no creo que lo sea realmente) tres sillas y una mesita baja sobre la cual está la susodicha lámpara. También hay una maceta con un tronco alto y fino rematado por un par de flores con pétalos morados, dos de los cuales he arrancado (con gran dolor de mi corazón) para hacer un señalador de libros. Lo del señalador se me ha ocurrido en ese momento. Nunca sabes dónde va a estar la inspiración.
La tenue luz de la lámpara, ilumina especialmente una de las cuatro paredes y me doy cuenta de que está llena, pero llena, llena, de cuadros de distintos tamaños. Me levanto para verlos de cerca, más que nada porque soy un poco miope, porque la habitación tampoco da mucho de sí. Es más bién pequeña- algo más de 3x3.
Viéndolos desde la silla donde estoy sentada, me parecen títulos en medicina y pienso: " !Jó, pedazo endocrino me va a atender!,debe ser una eminencia en endocrinología". Pero cuando empiezo a leerlos, me doy cuenta de que títulos de medicina o especialidades hay más bién pocos, quizás dos. Los demás son títulos que confirman y agradecen su presencia en diferentes cursillos y en diferentes paises. !Qué decepción! Son solo eso, cursillos, conferencias. Incluso algunos de ellos no tienen mucho que ver con su especialidad. No sé, por un momento dudo si seguir esperando a que el médico me atienda o salir de la consulta sín hablar con él.
Alguien que enmarca títulos de asistencia a cursillos para darse importancia no me da la suficiente confianza. Mientras tomo la decisión, sigo escuchando los sonidos de la conversación entre el endocrino y el/la paciente. Parece una conversación amena. Me dirigo a la puerta y salgo de allí.