10/27/2013

Vitoria y Victoria.


Aquí estoy, sentada en el sofá de mi casa recién llegada después de pasar el día en Vitoria.
El tema es que a mi pareja le han dado un par de semanas de vacaciones, pero porque le corresponden ¡eh! no por su cara bonita y el caso es que con él ocurre como cuando abres una gaseosa movida previamente, que se sale todo el gas...mi pareja relaciona "días de fiesta" con "visitar cualquier lugar el caso es salir de la ciudad" y decide hacerlo con la misma fuerza que se sale la gaseosa.
Como sabe que no me gustan las improvisaciones, ya me había comentado hace unos días su idea de salir. En un principio el objetivo era Lérida (por cierto, ya que menciono Lérida, que nos devuelvan los bienes ¡¡¡ya!!!) Bueno, a ver, que me salgo del tema.
Allí, en Lérida, hay un museo que ya hemos visitado en varias ocasiones y donde suele haber exposiciones bastante interesantes. La idea era volverlo a visitar, buscar un sitio para comer y pasear por una de las calles más comerciales de la ciudad en cuyas tiendas casi siempre encuentro algo.
Unos días antes de salir de viaje, sugerí mirar a través de Internet qué exposiciones nos íbamos a encontrar en el museo y ¡oh! cosas del destino...no había ninguna. Jejejejeje. Pensé que esa sería una buena excusa para quedarnos en casa, ya sabéis que la carretera no me gusta, pero no fue así. Luis tiene recursos para casi todo y lo que hizo fue cambiar de destino.
-¡¡¡"Con la de ciudades que hay para visitar"!!!...me dijo.
-¡¡"Fíjate!!, respondí yo con la boca pequeña" y una sonrisa forzada.
 Un, dos, tres, la ciudad elegida fue...¡¡¡Vitoria!!!... Tachán!!!
Si Lérida me parecía lejos, imagínate Vitoria. Me dijo que hay 200 y pico kilómetros entre esa ciudad y Zaragoza y le pregunté- "¿ y allí qué hay"?
-"Pues, podemos pasear por la ciudad, mirar tiendas y comprarte algo, ¡ah! y también hay un museo muy interesante".
-"¡Ole.Mira qué bien!", le dije.
Cuando supe que Vitoria iba a ser nuestro destino, empecé a prestar atención al parte metereológico pues todavía existía la posibilidad de que anunciasen lluvias para ese día y el viaje se suspendiera y eso es lo que ocurrió. No que se suspendiera, sino que finalmente anunciaron lluvias, así es que cuando Luis llegó a casa se lo comenté poniendo un mohín de... "¡qué pena, que no podamos ir, con la ilusión que me hacía!".
Pero no recordé que existía eso que se llama Internet y a través del cual, puedes mirar cómo va a evolucionar el tiempo minuto a minuto. Conforme se acercaba el día Luis me decía que no había problemas porque anunciaba muy buena temperatura y que solo se empezaría a nublar con posibilidad alta de lluvia a partir de las 6 de la tarde, casi casi cuando nosotros abandonaríamos la ciudad.
Hoy mismo por la mañana temprano, mientas nos preparábamos para empezar el viaje, volví a decirle que mirase de nuevo el pronóstico del tiempo...por si había cambiado, pero seguía siendo el mismo. 80% de probabilidad de lluvia a partir de las 6 de la tarde. Todo seguía igual así es que nada nos impidió salir de casa.
Al poco de entrar en la autopista nos detuvimos en la primera cafetería que vimos para desayunar, estirar las piernas e ir al baño. Tres horas más tarde y después de un par de paradas más, entramos en Vitoria, la ciudad menos "vasca" del País Vasco. Aparcamos el coche en un garaje y salimos al exterior. Era una plaza con bastante arbolado donde estaba la catedral de Vitoria. Vimos bastantes adolescentes por allí y calles adyacentes y recordé que es el día de la huelga general en la educación. Empezamos a pasear por las calles de la ciudad después de visitar la catedral y me sorprendió ver en varios edificios pancartas con la frase "ETA NO/ ETA EZ" lo cual me sorprendió si tenemos en cuenta que estábamos en el País Vasco.
Hacía calor y el sol pegaba fuerte. Un par de horas después encontramos una calle peatonal y no muy ancha donde casi todos los locales eran bares y restaurantes, eso nos facilitó la elección de dónde poder comer.
Garbanzos con col para Luis y ensaladilla de marisco para mí fue nuestra primera elección. De segundo yo elegí chipirones a la plancha y él lengua en salsa con patatas fritas. El postre de Luis fue tarta de manzana y natillas caseras para mí. El café decidimos tomárnoslo en otro lugar. Por todo lo anterior pagamos 12 euros cada uno.
Encontramos una calle o zona abierta, peatonal y muy tranquila, donde había tres restaurantes con mesitas en el exterior y uno de ellos fue el elegido para tomar el café. Bajo el toldo para protegernos del sol estuvimos un buen rato hablando y riéndonos y como se acercaba la hora de volver a casa y todavía nos quedaba algo que ver, dimos por terminada la sobremesa y fuimos en busca del museo de arte que sabíamos que estaba por allí cerca, bueno Luis era el que lo sabía porque ya había estado en esa ciudad hacía algún tiempo.
Llegamos a sus puertas en el momento justo en el que lo estaban abriendo. Preguntamos cuánto costaba visitarlo y nos dijeron que 6 euros cada uno. Teniendo en cuenta que casi era hora de volver a Zaragoza, solo entramos a ver la tienda del museo.
Eran casi las seis y media de la tarde y tal y como Internet había anunciado, se cielo se empezó a nublar.
Cogimos el coche, salimos del parking y  nos pusimos rumbo a casa pero...¿cómo encontrar la calle o avenida que nos llevase hasta la autopista? Pues, preguntando a alguien...diréis. Si, claro eso sería lo normal, pero no sé si es algo genético en los hombres, algo que va implícito en su naturaleza o simplemente, que les parece humillante demostrar que hay algo que no saben, pero a la mayoría de ellos no les gusta preguntar. Así es que hemos estado los dos durante un buen rato recorriendo las calles de la ciudad como si estuviéramos metidos en un bucle, buscando la entrada a la autopista. Al final claro, hemos tenido que preguntar y una vez dentro, con el cielo totalmente oscuro, la anunciada lluvia ha empezado a hacer acto de presencia. Lluvia que al poco rato se ha transformado en el diluvio universal. Llovía con tanta fuerza que los limpiaparabrisas de nuestro coche no daban abasto. El cristal en el interior del coche se empezaba a empañar así es que tuvimos que poner en marcha el aire frío.
Si como ya sabéis no me siento segura en la carretera, imaginaros como me sentía con semejante panorama. Iba sentada en el coche con tanta tensión que mi espalda no se apoyaba en el asiento porque iba con la cara pegada al cristal de delante intentando ver la carretera por donde íbamos.
La visibilidad era tan escasa que circulábamos a 80 km por hora. Eso ha hecho que llegásemos a casa más tarde de lo previsto. Al bajar del coche solo he podido pensar que ha sido toda una victoria llegar sanos y salvos.  
Unas cuantas fotos aquí.

10/08/2013

De crucero con amigas.



Quiero dejar claro que no me gustan las despedidas, bueno, solo cuando tengo que hacerlo de algo o de alguien que me molesta o me hace daño. También sé que en la vida es inevitable, nos guste o no, tener decir adiós constantemente y hace un par de semanas llegó el momento de decirle adiós al verano, esa estación del año que tanto me gusta y que en mi opinión dura muy poco.
El caso es que Las Chicas del Club del Martes y yo pensamos que ya que no podíamos evitar que se fuera, deberíamos despedirnos de él a lo grande. Más aún teniendo en cuenta que coincidía con el cumpleaños de una de ellas.
Lo primero que se me ocurrió a mi para celebrar las dos cosas fue organizar un viaje a New York (ya he dicho que lo queríamos celebrar a lo grande) pero aunque estábamos muy ilusionadas por el viaje, se nos iba el presupuesto.
En la siguiente reunión del los martes sugerimos un crucero por el Caribe, pero la idea tampoco cuajó porque seguía siendo muy caro...Empezábamos a rendirnos y fue en ese momento, cuando una de nosotras acercó el  crucero a nuestras costas y tuvo la idea de que fuera por el Mediterráneo. "Eso está aquí al lado", "tiene que ser más barato"...pensamos. Aún así, después de muchas sumas y restas y muchos ajustes presupuestarios, que parecíamos Rajoy y su gobierno cuando se ponen a hacer recortes, nos dimos cuenta de que seguíamos sin que nos salieran las cuentas.
Como parecía que la idea del crucero había calado hondo en todas nosotras, al final decidimos que el crucero sería...¡¡por el Ebro!!! y como tampoco nos daba el dinero para llegar hasta el Delta del Ebro...el barco nos llevó hasta...¡¡¡la Expo!!. 5 euros nos costó el ticket, bueno, en realidad pagamos 4 porque cada una de nosotras llevaba un vale de un euro de descuento que nos habían dado en frutos secos El Rincón después de haber comprado varias barras de pan y oye, que el crucero no estuvo tan mal, es un recorrido muy nuestro y hay que promocionarlo.
Cuando llegamos al barco ya había cinco pasajeros adultos y varios niños, no recuerdo cuántos porque se estaban moviendo tanto de aquí para allá, que quizá parecía que había más de los que en realidad había y cuando estos pasajeros estaban pensando que iban a tener un viaje tranquilo, llegamos nosotras siete, todas de vez y con muchas ganas de pasarlo bien.
Una de nosotras, Elena, llevaba una bolsa llena de diferentes modelos de sombreros y lo primero que hicimos al subir fue acomodarnos en los asientos, no sin antes "discutir" entre nosotras quién se sentaba en el exterior y quién en la cabina del barco. Todas queríamos hacerlo en el exterior y sentir cómo el viento movía nuestro cabello, pero solo tuvimos la suerte de conseguir esos asientos cuatro de nosotras y claro...yo fui una de las cuatro primeras en subir y en sentarme en la cubierta del barco,Jejejejeje, donde ya estaban los otros pasajeros, el capitán y su ayudante. El resto del grupo tuvo que compartir el camarote con algunos de los niños.
Cuando llevábamos unos veinte minutos de trayecto, nos dimos cuenta de que no había sido tan buena idea sentarnos afuera porque el sol picaba tanto, que al final del trayecto todas teníamos las marcas de los tirantes en nuestra piel.
Le pedimos a Elena que sacara los sombreros de la bolsa y empezamos a hacernos fotos con uno, con otro, con el morado, el rosa, el blanco...el sol era tan fuerte que hasta uno de los pasajeros, que era "donante" de pelo, pidió que le dejáramos uno de los sombreros para protegerse. Lolis le entregó el que le parecíó más masculino. Yo tampoco lo veía con pamela, la verdad.
Entre fotos, cambios de sombreros y con el abanico en la mano llegamos a la Expo y todos los pasajeros, excepto nosotras siete, se bajaron para pasear por allí. Nosotras no lo hicimos porque como vivimos cerca de ella, la visitamos con frecuencia, así es que sin bajarnos del barco, regresamos al punto de partida, es decir, la parte de atrás del Club Naútico y allí mismo, el ayudante del capitán se ofreció a hacernos unas cuantas fotos para que pudiéramos salir las siete juntas. Después de la sesión, le dimos las gracias con una sonrisa y nos fuimos en busca de un lugar donde merendar, invitadas por Merche, que cumplía un año más o un año menos, no lo recuerdo.
Regresamos a casa sobre las nueve de la noche y como nos pareció que todavía era pronto para separarnos y que los chinos de nuestro club nos echarían de menos, nos sentamos en su terraza con la intención de alargar el día un poco más.
A las diez nos fuimos a casa sin despedirnos...no nos gustan las despedidas.

Aquí podéis ver una colección de las fotos que nos hicimos.