1/09/2014

Cuentos chinos.


Resulta que desde hace unos meses, cuatro a lo sumo, tengo vecinos chinos viviendo en el piso de abajo. Al ser un primer piso, disponen de una terraza grandecica a la que se sale por la cocina, tipo patio de luces pero abierto al exterior por uno de sus lados. Realmente no sé cuántos miembros componen esa familia, porque aunque los veo y nos saludamos cuando salen a la terraza, físicamente me parecen tan iguales que no sé si sale siempre la misma persona o no. Ya sé que esto puede sonar a tópico, pero tiene su parte de realidad.
La verdad es que no tengo problemas para diferenciar a un chino de una china. Tampoco a un chino adulto, de un niño chino, pero distinguirlos entre los que son del mismo sexo y similar edad, lo tengo más complicado y si los veo por separado...ya ni te cuento.
 Lo que sí tengo claro es que en dicha familia hay tres niños pequeños de 6, 5 y 3 años y cuyo español es tan bueno como el de cualquier niño de esa edad que haya nacido en España. No puedo decir lo mismo de los miembros adultos. Pero eso entra dentro de la normalidad.
La primera noche que durmieron entre nosotros, bueno, quiero decir en nuestro edificio, me sorprendió escuchar un fuerte sonido mientras recogía mi cocina a eso de las dos de la madrugada. El sonido era sincronizado y repetitivo así es que, dejándome guiar por su rastro, abrí la puerta corredera de mi galería y escuché y me pareció que venía de una de las habitaciones del piso de abajo.
El sonido no era de música precisamente, no, no era mi grupo preferido interpretando una de sus canciones y aunque lo hubiera sido, las tres de la madrugada tampoco era la mejor hora para escucharlos. Se trataba de fuertes ronquidos y lo sé muy bien porque estoy familiarizada con ellos, aunque los que yo conozco son de más baja intensidad...pero eso es otra historia.
Como la ventana de la habitación de uno de mis hijos también da a esa misma galería, barajé la posibilidad de que los ronquidos pudieran ser suyos, aunque a él, precisamente a él, nunca le he oído roncar. Aún así apoyé mi oreja en la puerta de su habitación, pero solo escuché el sonido del silencio.
Regresé a la galería de la cocina para intentar averiguar de dónde procedía y me dí cuenta de que venían de abajo, de la habitación donde dormía uno de los chinos, o dos, o cinco...no sé.
Da la casualidad, o no, de que esa misma familia tiene un bar en la misma calle y por casualidad también, es el bar donde nos reunimos las chicas del club del martes.
Nos caemos bien, nosotras les caemos bien a ellos y ellos nos caen bien a nosotras. Son simpáticos y amables y con esa misma amabilidad me comentó una de las señoras que viven en el primero cuando me la encontré en el patio de nuestro edificio, que iban a celebrar una fiesta allí, en su piso, que duraría cuatro días y que se iban a reunir unas 30 personas. Familiares suyos y algunos de ellos venidos de otros países.
Me pidió permiso para extender una lona de plástico y tapar toda la terraza para hacer un techo.- todavía no tengo claro si era por si llovía o porque no querían que viese lo que iban a hacer-
El caso es que fuese para lo que fuese, les dije que no me molestaba que la pusieran y que lo único que les pedía es que esa fiesta no se alargase hasta la madrugada. Como me dijo que acabarían pronto, le respondí que...¡adelante con la party!
El día 5, víspera de Reyes para nosotros pero sin significado especial para ellos comenzaron los preparativos y empezaron a extender la lona plastificada. Por uno de sus lados la ataron a la valla que les separa de sus otros vecinos del primero. Otro de sus lados fue enganchado a la celosía que da a la calle y para sujetar el tercero, necesitaban atarlos a los hierros de mi galería, así es que sobre las cinco de la tarde llamaron a la puerta y al abrirla me encontré a dos niños chinos, niño y niña, que me explicaron que estaban extendiendo la lona y que si les daba permiso para atarla a mis hierros. Les volví a decir que podían hacerlo y entonces el niño, de unos doce años, salió a la galería y le comunicó a un familiar que estaba abajo, que adelante, que no había problemas. Bueno, supongo que eso es mas o menos lo que le debió de decir porque claro, la conversación fue en chino. Lo deduje porque a los dos minutos ya tenía a una china adulta entrando por la puerta de mi piso dirigiéndose a la galería de la cocina y diciéndome que si podía apartar todas esas bolsas de objetos para reciclar que suelo tener ahí afuera y que le impedían realizar la atadura de la lona.
Después de quitar las bolsas, me pidió que si también podía quitar el carrito de la compra. Por supuesto era el niño el que me iba traduciendo lo que la señora me pedía y que por cierto ya empezaba a pensar que esa señora estaba pidiendo "demasiado", aún así hice lo que me pedía y ella empezó a atar la lona a mis barrotes. Cuando finalizó de hacer ese trabajo y ya en mi cocina, me dijo que bajase al piso de abajo y me uniera a su fiesta, que iba a haber mucha comida y mucha bebida. Sé que me dijo todo esto porque el niño seguía haciendo su trabajo de traductor. Sonreí, y le dí las gracias, no sé por qué me salió en decírselo en inglés y entonces la señora china, que por cierto venía de Holanda, abrió mucho los ojos - todo lo que un chino puede abrirlos claro- y sonriendo me preguntó en inglés: Do you speak English? ¿Hablas inglés?. traduzco para los de la ESO.
Le dije que sí, que un poco. Un poco de modestia por mi parte no está mal. Entonces ella, cual ametralladora disparando me volvió a invitar que bajase y compartiera la fiesta con ellos. Me dijo que se trataba de una fiesta budista. Supongo que se refería a una reunión budista porque fiesta, fiesta, yo había oído hablar de fiesta hippy, fiesta sesentera, fiesta de solteros...pero nunca de fiesta budista, aunque tengo que confesar mi casi completa ignorancia sobre el tema de las religiones.
Me volvió a recordar que habría mucha comida y bebida y que yo sería bienvenida allí. Tanto repetirme que habría comida y bebida me hizo pensar, si es que me veían desnutrida y deshidratada..
Le di las gracias de corazón y le dije que era muy amable. Ahí se quedó la cosa.
He vuelto a bajar al bar con las chicas del club y enseguida me ha dicho la dueña del bar, que es la misma que vive en el piso de abajo. "oye, que no has bajado a casa"
La verdad es que en estos dos días de "fiesta budista" no hemos escuchado ningún ruido. Bueno, lo único que he notado es que los dos días que llevamos de fiesta, a las diez de la mañana, se escuchan unos rezos con cierta armonía que duran unos diez minutos, pero aparte de eso, yo diría que incluso se oyen menos ruidos que antes, porque los ronquidos he dejado de escucharlos e incluso ya no se oyen los llantos de uno de los niños, que una noche si y la otra también nos despiertan sobre las tres de la madrugada.
No sé cómo terminará la reunión budista, supongo que bien, como ha sido hasta ahora. Las únicas diferencias que he notado es que hay un fuerte olor a incienso en el patio, que se ven entrar y salir más chinos de lo que se veía anteriormente y algún que otro pequeño despiste, como el de esta tarde que han llamado a la puerta de mi casa, abro y veo a una china asombrada de verme allí, entonces le he dicho "Down" y ella me ha contestado "sorry". Ha dado media vuelta y se ha ido.
En cierto modo me gustaría bajar y conocer un poco cómo es esa celebración pero por mi timidez no lo hago. ¡Maldita timidez que no me permite ampliar mi conocimiento en algunos temas!

 
  

1/06/2014

28 de diciembre...día de mis dj's favoritos.


La elección de este día 28- día de los Santos Inocentes- para poner música supongo que fue casual, porque la sesión de los dj's fue de todo menos una broma.
En esta ocasión, aunque no es la primera vez que ocurre, los dj's fueron cuatro en vez de tres, pues a los ya conocidos Luis, Paco y Pedro, se unió nuestro amigo Tomás.
Otra novedad de esa noche fue el tiempo que duró la sesión...¡¡Doce horas!! Fácil de decir pero no tanto de llevarlo a cabo cuando hay que pegarse todo ese tiempo delante de un portátil o tocadiscos (Pedro utiliza discos de vinilo) para que la música no deje de sonar.
El escenario elegido y ya es la segunda vez que lo eligen, es un restaurante "Vent de Mar". Allí y aunque no es muy grande, les habilitan un espacio al fondo del mismo.
Los clientes llegan, comen y se van con el estómago lleno y habiendo disfrutado, sin incrementar el precio, de una comida o una cena con música en directo. Algo que hoy en día no es fácil de encontrar.
Me uní a esta sesión musical cuando ellos ya llevaban casi siete horas haciendo bailar al personal. De hecho, cuando llegué acompañada de mi amiga M.José, nos dijeron que sobre las cinco de la tarde había habido overbooking de gente bailando, aunque llenar ese espacio es fácil ya que como he dicho antes, las dimensiones del local no son muy grandes.
Cuando llegamos M José y yo, tardamos en empezar a bailar lo que nos costó quitarnos el abrigo. Necesitamos muy poco para empezar a mover el esqueleto y la música que ponen mis dj's favoritos, siempre, siempre lo consigue.
Llegó la hora de la cena y empezaron a llegar los clientes. La docena de mesas que creo que hay allí se fueron llenando, incluso hubo clientes que tuvieron que esperar en la barra del bar a que se quedara alguna vacía y eso hizo que el espacio para bailar se nos fuese reduciendo, pero aún así, no dejamos de bailar, lo hubiera seguido haciendo aunque solo hubiera tenido una baldosa sobre la que moverme.
Sobre las diez, MJosé empezó a sentir hambre y me preguntó si yo quería cenar algo a lo que respondí que no. Volvió a preguntármelo una segunda vez un poco más tarde pero mi respuesta seguía siendo la misma. Por suerte otra amiga, Pachi, empezó a sentir hambre y compartieron una ensalada de queso de cabra que tenía muy buena pinta.
A lo largo de la noche algunos amigos se pasaron `por allí a saludar a los dj's y ya de paso cenar con su música de fondo.
Pasada la una de la madrugada, pusieron la canción que en mi infancia veía en tv cuando querían que los niños nos fuésemos a la cama titulada "Vamos a la cama" y que protagonizaba la Familia Telerín. Con ella nos querían anunciar que la sesión musical había terminado. Aún así, todavía les dio tiempo a poner la canción con la que Lina Morgan y sus compañeros de revista despedían sus actuaciones. "Agradecidos y emocionados solamente quiero decir...Gracias por venir" dice la letra.
Salimos del local para volver a casa y a pesar de ser el día de los Inocentes (sean santos o no) nos íbamos sin que nadie nos hubiera puesto un monigote en la espalda.
Unas cuantas fotos, aquí.