7/21/2014

Celebrando un cumpleaños desde el cielo.


Tengo un amigo que de los 365 días que tiene el año, eligió un 29 de febrero para nacer y seguro que lo hizo para no celebrarlo todos los años.
Hace tiempo yo creía que era una suerte nacer en año bisiesto y cumplir años una vez cada cuatro, pero parece ser que no es así, que no te libras de cumplirlos aunque no exista tu día en el calendario, lo cual no está mal porque sería terrible que luego te cayeran los cuatro de vez.
El caso es que mi amigo pudo celebrar este año su onomástica y cumplió 50 y como se suele decir, 50 no se cumplen todos los años, bueno ni 49, ni 51...digo yo, pues quiso celebrarlo a lo grande e invitó a un grupo de amigos con los que había vivido bonitos momentos de su vida y yo, junto con otros amigos que habíamos hecho teatro en inglés con él, estuvimos allí.
Para celebrar esa cifra "redonda" de los 50, el regalo también tenía que ser especial y a otro de sus amigos se le ocurrió la "estupenda idea" de regalarle un vuelo en parapente.
Entrecomillo  "estupenda idea" porque si ese regalo me lo hacen a mi, no me hubiera parecido tan estupenda, me hubieran partido por la mitad. De hecho, creo que no lo hubiera aceptado, pero Julián, mi amigo, se alegró. Le gusta vivir al límite...Aún así cuando vio de qué se trataba el regalo, no pudo evitar decirnos con cierta sorna aragonesa...¡¡qué cabrones!! . Eso sí, nos lo llamó sonriendo y sin acritud. De todas formas, yo no me dí por aludida. Jajajaja.
Julián tenía un año para hacer uso del regalo, así es que esperó a que el tiempo atmosférico fuese propicio para tirarse desde una montaña en Castejón de Sos.
El mes elegido para lanzarse al vacío fue junio y nos invitó a pasar un bonito día de campo, ver cómo lo hacía y filmar ese momento. Al llegar allí nos enteramos que no se iba a tirar solo. Juan Carlos, el amigo que había tenido la idea de hacerle ese regalo y por solidaridad, se iba a tirar con él. Bueno, no en el mismo parapente.
Ambos lo hicieron acompañados de un monitor cada uno, que digo yo que para alguien que hace esto por primera vez, le dará más seguridad hacerlo acompañado. También es verdad que si te la vas a pegar da igual ir solo o con alguien a tu espalda.
 El día elegido salió soleado y caluroso y mientras a ellos les subían en coche hasta el punto de lanzamiento, los demás, los espectadores, les esperamos en la pradera donde si todo salía bien, iban a aterrizar
Después de casi una hora esperando a que cayeran...perdón, esperando a verles planear por el cielo cual gaviotas, empezamos a imaginarnos los motivos de la tardanza.
"Que si cuando vieron la altura desde la que se tenían que lanzar, se negaban a hacerlo", "Que si habrían salido corriendo y los estarían buscando", "Que si al final seguro que el parapente aterrizaría solo con el monitor"...¡¡¡Cómo nos gusta especular a las personas!!!
Aunque estábamos muy a gusto en esa pradera, a pesar de los mordiscos de unos hambrientos tábanos que se ensañaron con nosotros, preguntamos a un monitor que había aterrizado un poco antes, por qué tardaban tanto Julián y Juan Carlos y nos dijo que era por causa de unas corrientes de aire que había allí arriba y que habían tenido que bajar 300 metros para ver si desde allí era más seguro y que lo iban a hacer enseguida.
Nos dijo de qué color eran los parapentes de nuestros amigos ya que no eran los únicos que se iban a tirar y al cuarto de hora más o menos, divisamos en el cielo el parapente rojo con raya gris de Julián y el verde de Juan Carlos.
Fue divertido verles planear en el cielo y emocionante verles aterrizar sanos y salvos. Tanto disfrutaron ellos también, que han decidido volverlo a repetir más adelante. No estoy yo muy segura de que lo vuelvan a hacer. Creo que lo dijeron porque nada más pisar tierra estaban bajo los efectos de la adrenalina...veremos más adelante.
 Cuando nos acercamos a felicitarles, Julián quiso saber si yo me animaría a hacerlo. Le dije que aunque estoy de acuerdo con la idea de que " qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo", no me refería a ese tipo de experiencias. Que cuando digo que hay que "lanzarse al vacío", no lo digo en sentido literal. Aunque a veces hacemos cosas que conllevan más riesgo que lanzarse desde 800 metros de altura.
Por cierto, quiero que les quede claro a mis amigos, que aunque en septiembre es mi cumpleaños, me conformo con un libro, un bolso, una blusa...etc, etc y si lo que queréis es ser originales, también acepto unas vacaciones pagadas. Cualquier cosa que vaya con mi forma de ser, es decir, algo seguro, algo que no implique el más mínimo riesgo.
Cuando quiera poner algo excitante en mi vida...lo elegiré yo.

Aquí hay algunas fotos de ese día.

7/17/2014

"Los jueves a las 6"


"Tienes que hacerlo en español", "Llevas mucho tiempo haciéndolo en inglés", "Tienes que hacerlo en tu propio idioma"...Estas frases me las habían repetido con frecuencia en los últimos años y al final...caí. Por supuesto estoy hablando hablando de teatro.
Llevo años (más de 20) haciendo teatro en inglés y en enero de este año comprendí - la insistencia de los amigos, también influyó- que ya había llegado el momento de pasar a las actuaciones en español, aunque por supuesto, sin dejar la interpretación en inglés. "Podré con todo" pensé.
En enero de este año y aunque el curso ya había empezado tres meses antes, me uní al grupo del Teatro de las Esquinas.Unas diez chicas y dos chicos dirigidos por la actriz Rosa Lasierra formábamos el grupo llamado "Los jueves a las 6" en referencia al día y hora de los ensayos.
El comienzo fue un poco duro por mi forma de ser. Me cuesta mucho unirme a grupos nuevos, empezar actividades nuevas, conocer gente nueva...en definitiva, todo lo nuevo y solo hago el esfuerzo de seguir adelante si ello me merece la pena y el teatro es una de esas cosas por las que saltaría cualquier obstáculo. Desde el primer día fui bien recibida. En ningún momento me sentí sola ni apartada en el grupo y eso me facilitó mucho la integración.
Aún así, las primeras semanas me sentía rara. Tocaba hacer improvisaciones y eso no me gusta nada, me da mucha vergüenza improvisar, sin embargo estoy contenta conmigo misma por no haber abandonado el proyecto, aunque se me pasó por la cabeza en alguna ocasión.
Después de tres meses y medio ensayando los jueves a las seis, llegó el jueves (no podía ser otro día) 12 de junio y a las 20.30 de esa tarde estrenamos las obras que habíamos estado ensayando.
El teatro estaba casi lleno (casi 500 butacas) y entre el público, amigos y familiares a los que por razones obvias no se les puede pedir objetividad pero todos salieron muy contentos de nuestra actuación.
Nuestro trabajo lo formaban cinco "Sainetes y Palizas" y dos romances.
No tengo la grabación de todas las actuaciones pero aquí podréis ver las fotos.