8/17/2013

La bici. El mundo sobre dos ruedas.


Que si, que si, que puede que haya, o eso dicen, tres cosas que hay que hacer en la vida antes de abandonar este mundo. Estas tres cosas son a saber..."escribir un libro", "tener un hijo" y "plantar un árbol".
Personalmente estoy tranquila porque aunque con pequeñas variaciones, ya he cumplido las tres.
Primero, escribir un libro no lo he hecho, pero tengo este blog y ¡¡¡no veas lo que escribo en él!!! El hecho de que lo que escriba no tenga tapas duras, no creo que tenga importancia.
El segundo punto es tener un hijo ¡¡¡y yo he tenido dos!!! He trabajado el doble de lo que piden.
Llegados al punto tercero, que como ya sabéis se trata de plantar un árbol, tengo que decir que lo que se dice un árbol no he plantado todavía, pero sí un par de geranios y un poto que supongo que será lo mismo y que tampoco importará el hecho de que ninguno de los tres existan ya porque oye, voluntad para que sobrevivieran yo le puse.
Añadiría un cuarto objetivo a realizar que quizá no se menciona porque para algunas personas no tiene importancia pero que para mi es o era una espinita que tenía clavada. Se trata de aprender a montar en bicicleta.
¿Cómo es posible que nunca haya aprendido a ir en bicicleta? ¿Cómo es posible que ella haya podido conmigo? Bueno, la verdad es que tampoco tiene tanto mérito vencerme ya que yo enseguida me di por vencida.
Cuando me subía a una de ellas y no sé porqué extraño fenómeno, esta parecía que se transformaba en una bicicleta de cemento y no había manera de que yo pudiera mover y mucho menos girar, el dichoso manillar. He tenido entre mis manos piedras más manejables que él, así es que decidí postergar esa meta para más adelante. A los 20 años piensas, con razón, que tienes todo el tiempo del mundo y ahora, bastantes años después de aquel día, he decidido que ya había llegado el momento de retomar mi proyecto y el pasado domingo, con la inestimable ayuda de mi pareja y después de una agradable comida familiar, llevamos a cabo la misión.
Como en el trastero tenemos dos bicicletas, su primera sugerencia fue coger una cada uno..."error de cálculo nene" le dije, son demasiado altas para mi, que no es que yo sea muy bajita, de hecho creo que soy una gigante bajita, pero es que después de tantos años sin tocarlas, quería empezar con una  que al mas mínimo fallo por mi parte o pérdida de equilibrio, mis pies tocaran el suelo sin problemas. La solución fue coger una de las que el ayuntamiento tiene para uso ciudadano aparcadas a lo largo y ancho de la ciudad y que por suerte, uno de esos aparcamientos está en mi calle.
Montarme en una de ellas e intentar empezar a pedalear fue todo un show. Por suerte para mi, eran las 6 de una calurosa tarde de agosto y había muy poca gente por la calle.
Como si tuviera tres años y mi padre me estuviera enseñando a montar en bici por primera vez, Luis agarró el manillar con una mano y el sillín con la otra. De esta manera tan vergonzante recorrí varios metros yendo y viniendo para arriba y para abajo, tratando de disimular cuando alguna persona aparecía por allí.
Pasados diez minutos decidí que ya había llegado el momento de emprender el vuelo sola, de enfrentarme por mi misma a los peligros de la vida cual ave que deja el nido por primera vez y emprendí todavía algo titubeante el camino con la bicicleta entre mis piernas.
Los primeros metros fueron los más difíciles ya que aún no iba muy segura, de hecho sigo sin irlo, En el momento de subir los dos pies y empezar a pedalear, la bici se me va a derecha e izquierda y viceversa de tal manera, que cualquier testigo inoportuno que haya por allí, pensará que por fuerza me he tenido que beber un par de chupitos de coñac antes de salir de casa. Pero una vez superado esos primeros minutos ya nada se me pone por delante y enseguida la acera ancha, larga y recta donde había empezado la clase, se me quedó pequeña y entonces mi pareja sugirió alejarnos de allí y llegar a la zona de la Expo.. La zona donde se celebró la Expo es amplia, con aceras anchas, que es lo que yo necesito y además hay un carril bici para como su nombre indica, ir con la bici. El problema es que yo lo veo muy extrecho para mi, no si lo tengo para uso exclusivo mío, pero sé que si me viene algún que otro ciclista de frente por el carril contrario, puedo tener problemas porque seguro que me pasa como cuando veo una piedra y me quedo mirándola...que voy directa a ella. Aún así decidí circular por ese carril y minutos más tarde mi pareja me avisó de que un grupo de seis ciclistas se acercaban por el carril contrario. No les quise mirar porque sabía que si posaba mis ojos en el grupo, mi mente los convertiría en mi objetivo a abatir así es que traté de relajar los brazos y fijé la vista al frente, tal y como me había recomendado mi amiga Loli.
Conforme se acercaban a mí, mi corazón latía con más fuerza y al final, cuando por el rabillo del ojo vi que pasaban a mi lado sin que hubiera habido ningún contratiempo, sentí que ya había superado una importante barrera y que ya todo sería más fácil.
Al llegar a la zona Expo todavía me quedaba por superar algún que otro obstáculo como subir y bajar cuestas. Las subidas me suponían un esfuerzo añadido en las piernas y en los brazos pero ¿y las bajadas? ¡uf! otro extra de fuerza, esta vez en las manos ya que mi pareja me recomendó que las bajara
pretando suavemente el freno de las ruedas de atrás.
Con tanto esfuerzo la verdad es que necesitaba un descanso y aprovechamos que teníamos que aparcar la bici del ayuntamiento, ya que solo te dejan usarla durante media hora y volverla a coger 10 minutos después para tumbarnos sobre la hierba. Pasado ese tiempo, volvimos a coger la bici y regresamos a casa.
El paseo en bici duró solo una hora, pero he avanzado muchísimo. Conseguir subir los dos pies en ella y empezar a circular todavía me cuesta varios intentos, pero una vez conseguido ya no hay nada que se me ponga por delante. El carril bici ya lo veo como una amplia avenida y girar a derecha e izquierda va siendo cada vez más fácil y ya no tengo agujetas en los brazos como el primer día. Lo que todavía no sé cómo evitar es el dolor que se me queda en esa parte blanda entre las piernas y en las ingles que me produce el duro sillín de la bici, supongo que es causado porque todavía voy algo tensa sobre él y aprieto demasiado las piernas en un intento de mantener el equilibrio, pero poco a poco lo conseguiré.
Dejo aquí unas fotos y un vídeo para demostrar que todo lo que he dicho es verdad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una gran escritora, si señora!!! He decidido empezar a leer este estupendo libro por el final. De momento en este capítulo me siento muy identificada; yo compré mi primera bici con mi primer sueldo en la Plaza San Miguel, y la llevé andando hasta mi casa en Las Fuentes porque no sabía montar, ja, ja... Ahora ya se ir sin manos (tengo dentadura postiza, así que no hay peligro). Besicos my dearest friend.

Carlosvenus dijo...

Me estoy divirtiendo mucho . Mucho.!!.

Carlosvenus dijo...

Me estoy divirtiendo mucho . Mucho.!!.

Esther dijo...

Gracias por vuestros comentarios y que sepáis que de momento he vuelto a aparcar el tema de montar en bici. La razón es que el dolor que se me puso en el hueso que tenemos al final de la columna, creo que se llama cóxis, me molestaba bastante y me impedía sentarme cómodamente en cualquier parte. Ahora que ha desaparecido ese dolor, pero no su recuerdo, no quiero volver a sentirlo.