8/27/2010

2º Viaje a Ibiza.


Hace cuatro años comencé mi andadura a través de este blog y lo hice porque necesitaba un espacio en el que poder contar el viaje que acabábamos de hacer a Ibiza.
En ese primer artículo que escribí, quería agradecer a dos amigos que viven allí y que nos invitaron a su casa, todo lo que hicieron por nosotros.
Los años posteriores nos han vuelto a invitar y este verano nos hemos decidido a volver. Tan solo hace tres días que hemos vuelto de allí y esta vez hemos ido los cuatro.
Sabía a dónde iba, por lo tanto sabía que íbamos a estar muy bién, pero la realidad ha superado las expectativas.
El avión salía más barato desde Barcelona así es que cogimos el coche y nos fuimos allí. El viaje de ida y vuelta en coche es lo que más pesado se me hizo. El vuelo en si dura poco más de media hora, eso si, los trayectos en avión siguen abrumándome, me superan, pueden conmigo. Nunca me acostumbraré, pero nunca dejaré de utilizarlos si es necesario.
Al llegar al aeropuerto de Ibiza ya estaban esperándonos nuestros amigos, cada uno con un coche. Uno de esos coches era un jeep, que nosotros utilizamos durante todos los días que estuvimos allí.
Cenamos con ellos en un ambiente muy, muy agradable, como si nos viéramos todas las semanas.
El día siguiente con el jeep, nos fuimos a conocer alguno de los pueblos de los alrededores pero después de ver el primero, decidimos volver a Ibiza capital y conocerla bién.
Recorrimos sus calles, subimos y bajamos sus cuestas, visitamos alguna de sus iglesias y llegamos a un fuerte, dentro del cual está la ciudad antigua. Subiendo por sus empinadas calles, llegamos a la parte alta del fuerte desde donde había un preciosa vista. Cenamos allí y después regresamos a casa.
A la mañana siguiente nos vestimos apropiadamente para ir a la playa, pero mi coquetería me jugó una mala pasada. Para verme mejor en un espejo, me subí un par de escaleras y al bajar, se me torció el tobillo y me hice un esguince. No quise hacerle caso. Pensaba -tóntamente, claro- que si lo ignoraba no existiría y quise hacer y lo hice, todo lo que teníamos previsto.
Habíamos decidido ir a conocer, bañarnos y comer en la Cala de Benirrás y ahora veo que fué una buena idea ya que dos días después empezó allí un incendio muy grave que duró varios días y que quemó cientos de hectéreas de la montaña que rodea dicha cala.
A media tarde regresamos a casa, nos dimos unos baños en la piscina, nos duchamos y salimos a cenar a Ibiza con nuestros amigos. Durante la cena me daba cuenta de que el esguince estaba inflamando mi tobillo cada vez más y sobre las dos de la mañana, al terminar de cenar, nos tuvimos que ir a urgencias.
Cuando llegamos no había demasiada gente, pero conforme avanzaba el reloj y al ser viernes noche, empezaron a llegar heridos de peleas, borracheras, caídas y accidentes. Es lo que tienen los fines de semana.
Recuerdo la llegada de una camilla sobre la que había un drag-queen envuelto en papel metalizado cual bocadillo de jamón.
Aunque no se le veía la cara, supe que era un drag-queen porque a su lado y sobre la camilla había un par de zapatos cuyos tacones tenían el tamaño de su cabeza -de verdad.
Durante la espera en el hospital estaba nerviosa porque no sabía lo que me iban a hacer, pero la verdadera causa de mis nervios era que pronto iba a amanecer y no soporto volver a casa con el sol sobre mi cabeza. Llámame rara.
Pasadas las 5 de la madrugada salíamos de allí camino de casa para intentar dormir un rato.
Me pusieron una venda, me dijeron que tomase Ibopruceno y que tenía que estar una semana de reposo y sin apoyar el pié en el suelo. ¿Ehhhhhhhh? ¿Una semana de reposo? ¡¡Si hombre. ¿Y qué más?!!
No he sido una buena paciente lo reconozco, porque no he hecho nada de lo que me dijeron que hiciera pero ¿que quieres? No me cojo una semana de vacaciones en Ibiza para estar sentada en un sillón, por muy cómodo que este sea.
Día siguiente, sábado y estábamos invitados a comer en casa de Michel, un señor francés al que le gusta la obra de Luis y quería hacer un pequeño intercambio. Allí como invitados también estaba el cónsul honorario francés y su hermana (dos jóvenes muy, muy agradables), también la esposa de Michel, claro, estaba en su casa. Bueno, también conocimos a otro francés amigo del matrimonio y por supuesto, Luis, Ángel-uno de nuestros amigos- y yo. Nuestros hijos prefirieron quedarse en la playa y la pareja de Ángel, en su casa. Listos, muy listos que fueron, ya que aunque nos lo pasamos muy bién, pasamos mucho, mucho calor.
De vuelta a casa recogimos a los chicos de la playa y por el camino Ángel paró para enseñarnos una tienda llamada SLUIZ. Una preciosa tienda llena de objetos, muebles, ropa, etc,etc y de la que no pudimos salir sin comprar algo, porque todo (o casi todo) nos gustaba.
Volvimos a casa y tocaba baño en la piscina. No es que fuese obligatorio pero es que es una tentación verla ahí, con sus aguas transparentes y con un poquito de sal pero sin cloro.
El domingo acompañamos a nuestros hijos al aeropuerto ya que se fueron antes por razones profesionales.
Allí permanecimos hasta verles pasar la línea en la que te hacen sacar todo lo que llevas en los bolsillos y pasar a través del aro para comprobar que no llevas ni armas, ni drogas, ni cortauñas... Si, aunque parezca increíble, no te dejan subir al avión con cortauñas. Son peligrosos para la seguridad de los pasajeros porque no veas los pellizcos que le puedes dar a las azafatas y al piloto con ellos.
Al salir del aeropuerto, Luis y yo nos fuimos a un mercadillo hippy, donde me compré un vestido ibicenco, un foular y unos cuantos imanes y Luis un pantalón a rayas y un par de objetos para sus amigos. También quería encontrar algún souvenir, algo que sirviera para acordarme de las vacaciones, pero no quería las típicas ensaimadas ibicencas, ni los imanes para el frigorífico, ni postales, ni tampoco las distintas versiones de sargantanas (que son el símbolo de la isla) y que encuentras en todas las tiendas fabricadas con todo tipo de materiales. Yo quería algo distinto, por eso me he traido ...¡¡un esguince!!
Así soy yo, original hasta en los souvenirs.
Al salir del mercadillo, buscamos un hotel de Ibiza donde estaba alojado un matrimonio que se había encontrado el móvil que Pablo había perdido en la playa. ¡Tuvimos mucha suerte!
Volvimos a casa a ducharnos y salimos a cenar con Elena, una amiga de Zaragoza que estaba allí de vacaciones. Por supuesto, estrené el vestido que me había comprado en el mercadillo. Podía haber algún problema en el avión de vuelta y no quería "irme" sin haberlo estrenado.
La mañana del martes la empleamos para preparar nuestras maletas. A las 12, nuestro amigo volvió a casa del trabajo para llevarnos al aeropuerto. Por la noche ya estábamos en Zgza.
Nuestros amigos fueron amigos desde el primer día hasta el final.
Ahora ver las fotos me devuelve esos momentos tan agradables e inolvidables que vivimos en su casa en Ibiza. Momentos que nunca olvidaremos y por los que siempre les estaré agradecida.

Reportaje fotográfico aquí,

8/13/2010

Preparándome para el viaje.

Una semana. Me queda una semana para irme de vacaciones y ya estoy dándole a la cabeza pensando en cómo meter todo lo que quiero meter en la maleta, que no es poco, evitando que pese más de la cuenta. Viajaré en low cost- para los de la Logse, bajo coste- que por cierto, empiezas a sumar tasas y tasas y de low cost, nada de nada. Creo que he pagado 20 euros por la maleta, aunque he oído que no es legal que nos cobren por ella ya que es un derecho que tenemos los viajeros.
A la preocupación por la preparación de la maleta, tengo que añadir el ejercicio de mentalización que también tengo que hacer antes de irme de viaje.
Si, mentalización por tener que cambiar mi rutina, pues como sabeis soy animal de costumbres, a veces sanas y otras, no tanto.
En esta ocasión, a la preocupación por llenar la maleta sin que pese más de 20 kilos y a tener que autoconvencerme de que no pasará nada malo durante el vuelo...se ha unido la incertidumbre por lo que puedan decidir los controladores aéreos que han decidido que los 300.000 euros que ganan al año, mas las horas extras, no son suficientes para mantener su ritmo de vida y amenazan con ir a la huelga los días por mí elegidos para mis vacaciones. ¡Qué casualidad!
No voy a ser yo quién les niegue ese derecho, pero hacen daño, y saben que se lo hacen a quienes como yo, hemos estado ahorrando durante todo el año-a pesar de la crisis- para poder disfrutar de unos días de vacaciones.
Cuando hace un par de semanas nos invitaron a ir a Ibiza, comenzaron a aflorar mis nervios por tener que volar y ahora con el anuncio de la huelga, los nervios son porque quizá no pueda hacerlo...¡¡¡Toma ya!!!
Y me enfado porque ya me veía en bikini por esas playas ibicencas, me ilusionaba volver a ver amanecer y atardecer desde esa preciosa casa en la montaña. Me veía saliendo de marcha por los garitos ibicencos, codeándome con Pocholo, la Duquesa de Alba y toda la jet set del pais, que parece ser que están todos allí. ¡¡¡Uff!!!... Quizá salga ganando si no puedo ir.
Sin embargo, a pesar de todos los ejercicios mentales que tengo que hacer cada vez que viajo, reconozco que me lo paso muy bién viajando.