9/19/2010

Habrá un día que todos...

Esta mañana he desayunado un café con leche...y una lágrima. La lágrima se ha deslizado por mi mejilla hasta caer al tazón donde se ha mezclado con los cereales.
Como todas las mañanas, lo primero que he hecho ha sido encender la radio y nada más hacerlo he escuchado a José Antonio Labordeta cantando la canción "Aragón". He notado un nudo en la garganta porque me he imaginado lo que había ocurrido, como así ha sido. José Antonio Labordeta había fallecido esa madrugada.
Lo conocí cuando yo era muy joven, apenas una adolescente cuando recién casada me fuí a vivir a Barcelona. Eran unos años muy reivindicativos política y culturalmente y en Cataluña había un fuerte sentimiento nacionalista que hizo emerger el que yo también tenía por Aragón.
Durante los tres años que viví allí, José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonel y La Bullonera actuaron con cierta frecuencia, no solo en la fiestas que organizaba el Partido Comunista, sino también en cualquier acto que organizaba la izquierda catalana o la Casa de Aragón y por supuesto...allí, siempre estaba yo. No dejé de asistir a ninguno de los recitales en los que ellos participaban porque sus actuaciones servían para llenarme del aroma y de la energía de mi tierra que tanto echaba en falta. Era una inyección de orgullo aragonés.
Al finalizar, volvía a casa feliz, llena de fuertes sentimientos pero también muy triste por estar lejos de mi tierra.
Tres años mas tarde regresé a Zaragoza, a mis raices y seguían siendo años muy reivindicativos. El derecho a la autonomía, la despoblación de nuestra tierra, la exigencia de no ser menos que ninguna otra comunidad autónoma y sobretodo la fuerte lucha contra el transvase del Ebro fueron algunos de los temas que reflejaba en sus canciones, cuyas letras casi todo el mundo que acudía a sus conciertos se sabían y cantaban con él. Escucharle cantar era motivo suficiente para que se me pusiera la piel de gallina.
Lamento (tarde, como casi siempre ocurre) no haberle saludado cuando en alguna ocasión me lo he encontrado por la calle porque siempre me quedaba con ganas de hacerlo, pero mi timidez me lo impedía
He crecido con él, con sus canciones, con esas letras que tanto me emocionaban y que tanto me han ayudado a amar Aragón.
No voy a escribir sobre la clase de persona que era, entre otras cosas porque todo el mundo lo sabe bién.
No he escrito esto como homenaje a Labordeta por mucho que se lo merezca, lo he escrito porque egoistamente lo necesitaba, quizá esto evite que derrame más lágrimas por su ausencia.
No quiero estar triste porque se ha ido, quiero agradecer inmensamente haber vivido los años de la transición teniéndole a él como ejemplo a seguir.
No quiero pensar que has muerto, quiero creer que te has ido a un lugar donde dentro de muchos, muchos, muchos años, nos encontraremos y espero que entonces, mi timidez no me impida saludarte. Mientras tanto y cuando tengas tiempo, saluda a mis familiares que están por allí.

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