3/16/2011

Mis días favoritos.

¡Vaya humedad que tuvimos ayer! Todo el día lloviendo sin parar, si hasta ví un par de caracoles paseando por el pasillo como Pedro por su casa...
Aunque los días de lluvia me entristecen, no estaba dispuesta a que me lo amargara y menos siendo martes, porque los martes junto con los jueves y también los viernes por distintos motivos, son mis días favoritos.
El tema empieza ya muy de mañana cuando quedo en el centro con dos amigas para desayunar, pero que conste que son desayunos de trabajo. Como profesoras de inglés que somos, el desayuno implica que hablemos solamente en ese idioma.
Me gusta estar con ellas y si a esto le añadimos que el desayuno incluye una deliciosa napolitana de chocolate, el encuentro se pone de matrícula de honor.
A las 6 de la tarde vuelvo a tener otro de esos momentos agradables de los martes y que por cierto, también está relacionado con el idioma inglés, porque a esa hora me reuno en la EOI para ensayar con Antonio, un amigo y compañero de teatro con el que me lo paso genial y entonces ensayamos la obra.
Pero ayer nuestro encuentro comenzó de manera diferente y muy divertida...sobretodo para mí.
Resulta que cuando yo llegué, él, como casi siempre ya estaba allí (es que él es muy puntual).
Estaba sentado en un banco del hall de la escuela apoyado en el radiador. Fuí a pedir la llave de la sala y cuando Antonio se levantó para ir allí, se dió cuenta de que no tenía el script (guión para los de la LOGSE). Después de buscarlo infructuosamente, llegamos a la conclusión (listos que somos) de que la única posibilidad era que se hubiera caído por detrás del radiador y de verdad que era lo último que hubiéramos deseado, porque era prácticamente imposible sacarlo de allí.
Apartamos el banco e intentamos meter el paragüas por arriba- imposible- metimos la mano por abajo...sin resultado alguno.
En ese momento me entró la risa, sí ya sé que la cosa no pintaba bién, pero ¿qué iba a hacer? ¿llorar?.
Ahí estaba Antonio mirándome asombrado por el "ataque" de risa que me había entrado y yo allí sentada en el banco y tapándome la cara intentando que se me pasara.
Viendo que la solución del problema era complicada, me acerqué a conserjería para que nos hicieran otra copia del guión y conteniendo la risa les comenté lo que nos había pasado.
Era muy gracioso ver a Antonio frente al radiador, agachado e intentando- sin éxito- sacarlo de ahí. Junto a él una de las conserjes que nos vino a echar una mano, estaba metiendo un palo por arriba. A los dos minutos desistió, pero no se amilanó. Se metió en conserjería y volvió a salir con un alambre algo grueso, el cual metió entre las piezas del radiador. Cuando conseguía agarrar el script intentaba subirlo, pero en varias ocasiones se volvió a caer antes de llegar arriba. Ella, agachada metiendo el alambre subiéndolo y bajándolo y Antonio y yo de pié, esperando que asomara por arriba una puntita del guión para agarrarlo con todas nuestras fuerzas. En esa posición teníamos cierto riesgo, ya que los movimientos que la conserje hacía con el alambre, ponía en riesgo nuestros ojos.
La conserje se lo tomó como algo personal y oye, que al final lo consiguieron sacar. En un momento dado, vimos aparecer una esquina del guión por detrás del radiador y grité: "¡Antonio por Dios, no lo sueltes!.
El esfuerzo mereció la pena y la alegría de los tres fué inmensa, parecía que hubiéramos ganado un torneo de guiñote.
De todas formas y aunque otra conserje ya nos había hecho otra copia, sacar el de Antonio era una cuestión de orgullo propio. No podíamos consentir que el guión se riera de nosotros...eso no estaba en el guión.
Después fuimos a ensayar y por supuesto salió muy bién, siempre nos ha salido muy bién porque hay complicidad entre los dos.
Al finalizar nos despedimos y me fuí a reunir con mis amigas del club del martes. Lo primero que hice al llegar fué contarles lo que me había pasado con el guión, más que nada porque me vieron llegar tan contenta que tuve que contarlo y la risa apareció de nuevo.
Pasadas las nueve de la noche todas nos fuimos a casa y seguía lloviendo, pero ya me daba igual porque durante el día y a pesar de la lluvia, me había reído un montón.
Gracias a tod@s los que lo hicisteis posible.

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