11/17/2009

El lavavajillas.

En mi cocina como en las de casi todo el mundo, hay una serie de electrodomésticos que nos hacen la vida más agradable y sin los cuales ya nos sería muy difícil vivir.
Aunque algunos son actuales y otros han sido perfeccionados con el tiempo, toda mi vida he convivido con unos u otros y estoy familiarizada con todos. Eso hace que me sienta tranquila teniéndolos a mi alrededor ya que sé, o me puedo imaginar, cómo funcionan todos... ¿todos? ¡No! Hay uno por el que siento cierta desconfianza ya que no lo entiendo. Se trata del lavavajillas. No entiendo cómo hace su trabajo.
Cuando pongo la lavadora en marcha, puedo ver a través de la puerta de cristral, cómo el tambor se llena de agua y jabón, girando y moviendo la ropa para dejarla limpia. El microondas también tiene su correspondiente puerta de cristal por la que veo girar en su interior mi tazón de desayuno lleno de soja con cacao, que me bebo cuando finaliza el tiempo necesario para que esté caliente. Otro ejemplo es la vitrocerámica. Es fácil de entender que si se pone al rojo vivo, cualquier alimento que pongas encima, se cocinará.
La batidora de mano tiene una serie de aspas que mejor no pongas los dedos cerca porque te los corta rápido. Y ¿qué me dices del horno convencional? pues que también es posible ver a través de su puerta de cristal cómo se va haciendo la comida.
También es normal que si hierve el aceite de la freidora, las croquetas o las patatas se harán en pocos minutos. Pero...¿Y el lavavajillas?
Lo único que sé sobre él, es que meto todos los platos, los cubiertos, los vasos y algún que otro utensillo de cocina, cierro la puerta , que por cierto no tiene cristal y...ya no sé nada más.
¿Qué es lo que pasa en su interior? ¿La vajilla también gira como lo hace la ropa en el interior de la lavadora? ¿Por dónde sale el agua? y ¿quién abre el cajetín donde yo pongo la pastilla de jabón y que se cierra hermeticamente?
Mi imaginación me ha llevado a pensar que salen unos cuantos duendes y limpian la vajilla cuando yo cierro la puerta. Porque esa es otra, ¿qué pasaría si la abriera en mitad del proceso de lavado? ¿Se me inundaría la cocina? ¡Cuantas dudas me produce! Yo por si acaso, nunca la abro hasta que finaliza todo. Es el único electrodoméstico con el que no las tengo todas conmigo, sin embargo ahora...no sabes cómo lo hecho de menos.
Hace dos días decidió dejar de funcionar, quizá notaba mis recelos hacia él. Llevaba una semana haciendo mal su trabajo y un día dejó de tomarse la pastilla. Cuando le abría la puerta al final del programa, me la encontraba allí, enterita, sin disolverse.
Quizá no presté atención a las señales que me había estado enviando desde hace un par de semanas, anunciándome que tenía problemas.
Como cuando lo ponía en marcha y en lugar de estar media hora funcionando (como era lo habitual) se alargaba durante una hora y encima la vajilla salía como había entrado, es decir, sucia.
Yo creo que el agua salir salía, o si no me tenía muy bién engañada, porque el ruido era como si varios litros de agua se movieran por todo el tambor, pero como este electrodoméstico está herméticamente cerrado...
Cada vez que entro en mi cocina lo veo ahí, apagado y esperando que mañana venga el médico/técnico a ver qué le pasa. No sé, quizá sea ya demasiado tarde para recuperarlo, quizá ya esté un poco muerto.
Quizá ya es hora de empezar a pensar en sustituirlo por otro nuevo...no sé.

Bueno, he dejado pasar un par de días antes de finalizar este escrito, en espera del diagnóstico del técnico. Esta mañana ha venido y enseguida ha sabido qué le pasaba. Lo ha desarmado con una habilidad, que me he preguntado si luego sabría volver a colocar las piezas en su sitio o si le sobraría alguna. Al final le ha cambiado una pieza y me ha soplado 85 euros. Pero bueno, espero que haya merecido la pena pagarlos si eso me permite seguir disfrutando de él unos cuantos años más.
Le había cogido cariño, ¡que le vamos a hacer!

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