12/01/2009

Mi madre.

Todas las noches sobre las diez y media telefoneo a mi madre (si, ya sabeis que soy de costumbres) para saber cómo le ha ido el día.
Me gusta hablar con ella y sé que a ella también le gusta que le llame.
Intento no perder la costumbre y hacerlo todas las noches y si alguna vez fallo, me siento mal, los diez primeros minutos claro. Luego acepto haber fallado. Nadie es perfecto.
Me gusta oir su respuesta cuando descuelga el auricular. Siempre pregunta:" ¿DIGAMÉ? ".Lo escribo en mayúsculas porque la tía, quiero decir, mi madre, lo dice con una energía que parece que tiene la mitad de años de los que realmente tiene.
Hace dos días estaba yo algo acatarrada y con algo de congestión cuando la llamé y cuando escuché su enérgico ¿DIGAMÉ?, casi me molestó y le dije: "¡Ay, mamá! ¡Qué energía!
Le pregunté: "Oye, ¿A tí te llama mucha gente a las diez y media de la noche?".
"No, solo tú" me respondió.
"Entonces, ¿por qué me dices- Dígame-. Por qué me tratas de usted , si sabes que soy yo?" -le volví a preguntar-. No supo qué responderme y se rió.
Llamar todas las noches a la misma persona no es fácil porque...¿De qué demonios hablas con ella? No todos los días pasan cosas de las que hablar con tu madre.
A pesar de que debido a su edad su vida es más monótona que la mía, también ella me comenta cualquier "suceso" diferente que le haya ocurrido y si no le ha ocurrido nada, me cuenta lo que ha visto o está viendo en tv (que también tiene tela lo que ocurre por el mundo)
Siempre había pensado que cuando la gente llega a cierta edad, lo que espera es vivir de manera tranquila, sin líos, sin problemas, sin tener que pensar demasiado...Pues no es así.
Cuando más tranquila estaba mi madre, el Ayto. le envía una señora para que le haga la limpieza, la limpieza de casa ¿eh?, no de cutis (ya le gustaría a ella, ya).
De eso hace ya dos años y durante ese tiempo han pasado por su casa al menos cinco mujeres y excepto una señora que era gitana y de aquí, todas las demás eran de otros paises. Y eso significa que hablan en otro idioma y eso significa que mi madre tiene que intentar hacerse entender y además entenderlas a ellas, porque español, español, saben mas bién poco. Pero eso no es problema para mi madre ¡qué va a serlo!. Con lo que le gusta a ella hablar con la gente, no le iba a amilanar unos cuantos idiomas desconocidos por muy raros que estos sean.
Cuando un día hablé con ella, me dijo: "¿Quién me iba a decir a mí, que a estas alturas de mi vida iba a conocer tantas personas de distintos paises y tener que comunicarme con ellas?"
Desde hace un mes, tiene una búlgara que solo sabe cinco o seis frases en español. Las básicas, no te creas, como para salir del paso y aún así según me dice mi madre, les cambia el género. Le pregunta cosas como: "¿Dónde tiene la escobo?" o le dice: "Yo, beber mucho agua" . Por su parte mi madre también le pregunta cosas e incluso dice que le contesta (o eso se cree ella) porque la conversación entre ambas se realiza a base de gestos, de hablar despacio y además, hacerlo en voz alta. Bueno, la verdad es que sigue las mismas reglas que seguimos todos los españoles cuando hablamos con un extranjero, que siempre creemos que son sordos y gritamos.
El otro día, después de que le hubiera hecho la limpeza del piso, mi madre decidió ir con ella a comprar, pero antes de salir de casa, le recomendó a la búlgara ir al baño y sin pensárselo dos veces le soltó: "¿Quieres mear antes de salir?"
La búlgara le miró con cara de decir: "Y ahora qué querrá esta mujer?
Finalmente lo comprendió. Claro que fué después de que mi madre le hiciera una serie de gestos, después de que le acompañara hasta el water, se lo enseñara y le dijera: "Pis, ¿quieres hacer pis?" y entonces lo entendió.
"Pis" debe ser una palabra universal, porque fué escucharla y la búlgara se sentó en la taza del water. Previamente, mi madre había salido de allí. Es que esa acción es muy íntima...
Antes de esta búlgara, también tuvo una marroquí, una rusa y otra de la que mi madre nunca ha recordado de dónde era. "De África, de por ahí abajo" decía.
En fín, que la casa de mi madre lleva dos años siendo una pequeña ONU en miniatura y mi madre, la embajadora.
Como dijo Trillo: ¡Manda huevos!

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