9/27/2009

Robinson Crusoe.


¿Sabeis dónde Cristo perdió la zapatilla?. Pués yo sí y además he estado allí. Oye, que no sabía que había vida más allá de Las Fuentes...y ya lo creo que la hay, rara, pero la hay.
Había sido invitada -una, que es importante- a un pase privado de una obra de teatro que al día siguiente iniciaba su periplo por Inglaterra. Y llegar al local dónde se iba a llevar a cabo la representación era tán complicado, que tuve que pedir instrucciones.Incluso alguna amiga, que había vivido por allí, me hizo un precioso dibujo de cómo llegar y para que lo entendiera mejor, incluso me dibujó el entorno: Un bar, un aparcamiento con sus coches y todo, un puente sobre unas vías de tren, etc.
Gracias a toda esa ayuda y a que Luis, que conocía el lugar, me ha llevado con el coche, he llegado puntual a las 7 de la tarde. Allí estaban los actores (2)y el director, encargado de luces, sonidos y efectos especiales, esperando que llegara el público. Y esperamos, esperamos y esperamos... y llegaron dos más. En total, tres. Ya he dicho que era un pase privado ¿no?
El público, poco pero selecto, esperábamos pasárnoslo bién y la verdad es que no tuvimos que hacer ningún esfuerzo para que así fuera.
La obra se titulaba "Robinson Crusoe". Vale, ya sé que es conocida, pero esta versión es... diferente,un poco surrealista, con diálogos actuales y sobretodo, divertida.
He estado viendo la obra, sin poder separar mi faceta de amiga, de la de simplemente espectadora. Pero ha sido genial.
Llego al local, allí saludo y hablo con los actores y el director, espero que lleguen los otros dos espectadores y...empieza la obra.
Todo se desarrolla bién, en el escenario y fuera de él. Somos pocos pero siento que hay complicidad entre actores y público. Como he dicho, todo va bién hasta que en un momento dado, se va la luz. Los actores, que tienen muchas tablas, incluyen este pequeño contratiempo en la trama de la obra con la expresión:¡Oh! Un eclipse!. Lo que provoca la risa del público allí presente, es decir, de nosotros tres. Mientras el director intentaba arreglar el problema, sobre el escenario la obra continuaba como si no hubiera pasado nada.
En el exterior, se iba haciendo de noche y en el interior, sín luz, cada vez iba siendo más difícil averiguar qué pasaba en el escenario, pero los tres espectadores seguíamos con atención la obra ¡Público entregado! y entonces...volvió la luz y los efectos especiales volvieron a funcionar.
Termina la obra y los otros dos espectadores se despiden contentos por el rato divertido que han pasado. Yo me quedo porque estoy muy a gusto allí y les ayudo a recoger el escenario y a meter todo en la furgoneta que mañana les llevará a Inglaterra.
Me subo a la furgoneta y me dejan en la puerta de casa. Allí me despido de ellos deseándoles mucho éxito con su obra.
Me lo he pasado genial porque no siempre una va al teatro y vive la relación con los actores, como la he vivido yo.

Algunas fotos más, las encontrarás aquí.

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